El reto de estas tarjetas corporativas era destacar y poner en valor la pintura sobre la cual se basa el diseño. Se trataba de una pintura realizada por la cliente con un incalculable valor sentimental.

El diseño original estaba sobre fondo negro. Se aisló la silueta de la mujer de ese fondo y se situó sobre el círculo dorado cerrando así el diseño y destacando el valor de la pintura.